De la incidencia del derecho a la identidad y el principio constitucional de la seguridad jurídica

El derecho a la identidad, considerándose como tal al conjunto de atributos, de calidades, tanto de carácter biológico como los referidos a la personalidad que permiten precisamente la individualización de un sujeto en sociedad, podemos decir que siempre ha existido. Desde las épocas antiguas, los g...

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Sábháilte in:
Sonraí bibleagrafaíochta
Príomhchruthaitheoir: Torres Caiza, Denise Maricela (author)
Formáid: bachelorThesis
Teanga:spa
Foilsithe / Cruthaithe: 2016
Ábhair:
Rochtain ar líne:http://dspace.uniandes.edu.ec/handle/123456789/3829
Clibeanna: Cuir clib leis
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Cur síos
Achoimre:El derecho a la identidad, considerándose como tal al conjunto de atributos, de calidades, tanto de carácter biológico como los referidos a la personalidad que permiten precisamente la individualización de un sujeto en sociedad, podemos decir que siempre ha existido. Desde las épocas antiguas, los grupos humanos empleaban métodos tendientes a cambiar su apariencia para diferenciarse del resto de tribus, como parte de su identidad. Sin embargo, uno de los componentes más relevantes de la identidad es el nombre. Al respecto, el ser humano siempre tuvo un nombre, como forma de individualizarse de los demás. Ciertamente, en la la antigüedad cada individuo tenía un nombre propio que no transmitía a sus hijos: así Saúl, David, Salomón, Daniel, Ciro, Nabucodonosor, Ptolomeo, etc. Pero la densidad creciente de los pueblos y la conveniencia demostrar en el nombre de algún modo la familia a que la persona pertenecía, hizo abandonar ese sistema inorgánico e individualista. En Roma, el nombre está integrado por varios elementos. 1) el prenomen designación individual de la persona; 2) el nomen o nomen gentilitium o designación propia de la gens o familia; 3) el cognomen, comenzado a usar al final de la República, era una designación de una rama de la primitiva gens. Así, el general romano Publio Cornelio Escipión, llevaba una denominación integrada por el prenomen o nombre individual (Publio), por el nomen (Cornelio) que correspondía a la gens Cornelio y por el cognomen (Escipión) que pertenecía a la rama de los Escisiones de aquella gens. Por su éxito contra los cartagineses, sus compatriotas lo apodaron admirativamente “el Africano”, y pasó a llamarse Publio Cornelio Escipión “Africanus”. Este era un agnomen que por la nombradía del que lo llevaba y el deseo de sus descendientes de manifestar su vinculación el procer se hizo hereditario en la familia del gran general romano.